Like the sky or the deep ocean...

Así empezó y acabó el viernes, perdiéndome en la inmensidad de tus pupilas dilatadas tras tantos chupitos. Enredándome en tus rubios tirabuzones hasta alcanzar un éxtasis comparable al del orgasmo. Fueron esas horas en las que mi ritmo cardíaco se aceleró de tal forma que fue casi inevitable que ocurriese aquello que jamás debió ocurrir. Unas décimas de segundo que marcarian la diferencia entre la victoria y el fracaso, esas que me confinarían a vivir en un cielo o en un infierno. Lástima que alguien le haya robado ya las llaves a San Pedro. No había otra opción, otra tormenta en las afueras del deseo, dejaré de ser una ilusa. Lo prometo. Almenos, me queda la seguridad de que podré continuar viendo las nubes en las comisuras de tus labios y ese tatuaje tan sumamente perfecto... Serás como la mejor pieza de un museo, una joya que todos observan y ansían pero que solo los afortunados y los ladrones de guante blanco consiguen poseer. Continuaré encerrada en la prisión de lo imposible.