jueves, 13 de octubre de 2011

Calypso



Dueña de las olas, las rocas acuchilladas por cada marejada. El sinfín del vaivén titubeante del agua. Desde las húmedas orillas de arena tostada hasta el oscuro divisar de las profundidades. Guardas en tu seno el lugar más misterioso del planeta. Uno tras otro, los océanos se abren incesantesantes, camino hacia el centro de la tierra. Aún hay lugares sin cartografiar que provablemente permanezcan ocultos cuando ya no estemos aquí. No hay reglas en tu mundo submarino. Rigen tus páramos salados las estepas de coral, el zigzagueo de cuaquier pez cartilaginoso. Tú, que viste surgir de la nada tánto, y aún guardas un rincón para la prehistoria. Para qué enamorarse de lo humano pudiendo amar el mar.

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