Cada obsesión te acerca más al infinito. Ese incendio interior que abrasa y carcina tus decisiones. Y luego cenizas y humo, y olor a arrepentimiento. Presta atención y escucha el crepitar de cada hoja de álamo haciéndose presa de la combustión. ¿Ves? Solo hacía falta un poco de oxígeno para que sucediera lo inexplicable.
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