miércoles, 9 de abril de 2014

Mornings

Pasos torpes, adormecidos aún, con las plantas de los pies gélidas por ir por casa sin zapatillas. Siempre igual, hay cosas que no cambian. Interruptor, puerta, grifo, toalla, espejo y pasta de dientes. Todo es tremendamente sucesivo por la mañana, como la luz entrecortada apuñalando la persiana. La realidad aprovecha este margen temporal para ofrecernos lo mejor de sí misma, el mundo inconexo de los reflejos, las sombras, lo bidimensional en lo que nadie se fija. Las esquinas de las mesas o las cajas de aire acondicionado de las fachadas viejas, podridas. Las bocas de las tuberías que, inalterables, esperan que alguien vaya a darles de comer. Es entonces y solo entonces cuando las proyecciones de los árboles en las paredes de ladrillo se atreven a entablar conversación con las caras capaces de mirarles a los ojos.

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