A penas brota tinta de mis dedos resquebrajados. Una oleada de penubra pudre todo lo que toca, cada segundo se apresura a perdernse entre la niebla azabache. Llueve ceniza espesa en mi cajita. Aislarme, necesito un agujero negro en el suelo que absorva todas mis preocupaciones. No cesa esta mirada cristalina.
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